Astra "La Sangre de Tarrasque" (Relato 22)

Capitulo 1: Conflicto de Reyes


Año XX29

Siete años antes del inicio...

El Continente Belifas, dividido en tres grandes reinos: Trhin Bair, Agaia y Delior, y gobernados por poderosos magos; inmersos en constantes conflictos limítrofes estaba a punto de sufrir cambios importantes, que darían lugar a una gran aventura...

AGARCTHIS

Terminaba una gran batalla, una de las tantas libradas los últimos años en el continente; el campo se teñía de una capa extensa de cuerpos y el olor a sangre era intenso. De un lado, un numeroso ejército se mantenía firme…

–Parece ser que… –decía Zaúl Balias, General del ejército de Agaia, mostrando signos de agotamiento mientras se apoyaba sobre su espada incrustada en el suelo y un gran escudo cargado en su espalda- por fin hemos logrado la gran victoria.

–¡General! -dijo uno de los soldados mientras se le acercaba- nuestro ejército es ahora cuatro veces más grande que el del enemigo… comenzaron a escapar. –La expresión de Balias lo decía todo, una sonrisa de complacencia parecía iluminar un rostro golpeado por las marcas de batalla que tenía encima a lo largo de los años- es la tercera –comenzó a erguirse ante la mirada de sus soldados- es la tercera gran victoria consecutiva.

Otro sujeto apareció caminando desde atrás– no te lo tomes personal –decía Xavier Reis, Jefe al mando de la segunda división del ejército de Agaia- gran parte de las victorias se las debemos al poder de Trixia.

–Nosotros somos el poder de Trixia, Xavier –contestó Balias mientras quitaba de la tierra su espada- aunque debo aceptar que la magia suya nos ha sido de mucha utilidad.

Reis respondió caminando unos pasos hacia el frente- ahora tenemos que limpiar con los pocos que todavía persisten con el enfrentamiento, Trixia debe ya haberse enterado de nuestra victoria, será mejor que regreses a la capital, Zaúl.

–Es precisamente lo que estaba a punto de hacer –refirió Balias mientras comenzaba a caminar en dirección opuesta al campo de batalla- te dejo el resto.

La sonrisa de Reis parecía expresar emoción por su trabajo como militar, podría decirse que de alguna forma disfrutaba aniquilar a sus enemigos- desde luego, pierde cuidado –alzando la mano indicando que todo iba bien.

ESTALIAS - Tres horas más tarde

Sentada sobre un impetuoso sillón rojo en el centro de un gran salón, y con los ojos cerrados como meditando, se encontraba la reina de Agaia, Trixia Felweed.

–Traigo noticias, mi señora –ingresó con estas palabras Kain Grobb, emisario real- el ejército enemigo ha retrocedido, obtuvimos nuevamente una cómoda victoria –posando una de sus rodillas contra el suelo y agachando la cabeza-.

Una sonrisa adornaba a la bella mujer de cabellos medianos y blancos, y sus ojos azules se dejaban ver mientras los abría- El general Balias se encuentra afuera –continuaba Kain–
–Precisamente estaba queriendo hablar con él –dijo la reina sin dejar de lado su sonrisa.

–Enseguida –contestó Kain poniéndose de pie, dio vuelta y se dirigió a la salida.

Los ojos de la mujer se volvieron a cerrar de forma sutil y apoyando su rostro sobre una mano susurró- ¿cuánto más planeas resistir, eh?

Las puertas del salón se abrieron y el general Balias ingresó, extenuado tras el largo viaje de regreso– objetivo cumplido, majestad –ubicando su brazo sobre su pecho– tenemos el control sobre Agarcthis.
–No esperaba menos de usted, general –refirió Trixia abriendo los ojos una vez más– entonces… no tuvieron ningún inconveniente, supongo.

–En absoluto, majestad –respondió Balias– el ejército enemigo cada vez presenta más vulnerabilidad, a este paso la conquista absoluta será un hecho en muy poco tiempo.

–Grandioso general –dijo la reina– grandioso.

El atardecer en la ciudad de Estalias aquel día era hermoso, las calles pobladas de gente alegre y amable paseando, haciendo las compras del día venidero, con la imagen propia de quienes viven en un lugar con gran apogeo, la gran ciudad capital del reino de Agaia.

–Tengo que sentir la fuerza fluir a través de mí –expresaba susurrando cierta niña mientras sostenía una espada en posición ofensiva, con los ojos cerrados y bastante relajada a las afueras de la ciudad en uno de los bosques cercanos– un golpe certero bastará –continuaba– aquí vamos –respiró profundo, abrió los ojos, hizo un movimiento con la espada y atacó el árbol frente a ella– ¡¡¡ahhh!!! –la espada se incrustó en el tronco del árbol hasta la mitad– ¡¿pero qué?! –tras aquel golpe, la niña intentaba sacar la espada– ¡ay no puede ser!

AGLYNTHOR

Al interior del palacio de la ciudad capital del reino de Trhin Bair, otro gran salón  albergaba  una mesa de gran tamaño adornada con joyería de un alto valor adquisitivo, la silla principal de aquella mesa tenía entonces al rey Feber Bargdathys, cenando; dos guardias custodiaban la puerta de entrada… en un momento tocaron dicha puerta–.

–Adelante –dijo el rey, mientras seguía comiendo.

–Disculpe alteza –refirió Timoti Kjael, miembro del consejo real y mano derecha del rey.

–Pasa Timo, ¿qué sucede? –preguntó Feber, dejando de comer.

–Le traigo información sobre el conflicto de los Felweed y sobre Safiot, majestad.

–Te escucho –refirió Feber entrelazando los dedos de sus manos sobre la mesa.

–Nuestros centinelas nos  informaron  que Trixia ha vuelto a derrotar a Lian.

–Vaya, no puedo creer que hasta ahora no haya podido derrotarla –dijo el rey soltando unas pequeñas risas.

–Sin embargo… –prosiguió Kjael­– también nos informaron de rumores bastante fuertes que dicen que Lian se presentará en el campo de batalla, se dice que… planea revertir todo luchando personalmente y con todo su poder militar.

–Ya veo –decía el rey poniéndose serio de nuevo– esa si es una noticia interesante, una lucha directa… lástima que aquello afectaría demasiado nuestra participación en “<em>La Séptima”</em>, tengo que ponerle fin a esto de una buena vez; pero antes, había otro punto más ¿verdad? –le preguntó a Kjael.

–Se trata de Safiot, majestad –respondió el consejero– volvieron a actuar… la víctima ahora fue Albert Vein, dueño de una de las armerías más grandes de Antydeas, encontraron el cuerpo en su habitación, también acabaron con los sirvientes en su mansión; la familia al parecer tuvo suerte de haber estado fuera en el momento del crimen, en su huida se llevaron todo el arsenal que encontraron, también se supo de algunos asesinatos en ese mismo periodo de tiempo, todos posiblemente por encargo… Neo Génesis movió gente en cuanto se supo de esto, para intentar dar con los responsables, pero hasta ahora no se ha podido ubicar nada.

–Que ellos se encarguen de todo, ese es su trabajo –refirió entonces el rey– mi interés está ahora con los Felweed… harás algo –dijo refiriéndose a Kjael.

La noche había caído, en algún lugar del reino de Trhin Bair yacía una pequeña aldea con algunas decenas de habitantes. Llegaron al lugar cinco personas (cuatro varones y una mujer), todos trayendo consigo bolsas cargadas con armas; a estos se les acercaron tres hombres, uno de ellos se dirigió a estos– tardaron más de lo previsto –mientras tomaba una de las bolsas, al igual que los otros dos que también recibían las armas.

–¿Los niños? –preguntó con una expresión bastante fría, uno de los cinco.
–Salieron esta tarde con Drael –respondió el sujeto.

Los cinco comenzaron a avanzar y detrás de ellos los tres restantes– ¿cómo van con los entrenamientos? –seguía preguntando mientras caminaban.

–De maravilla –respondieron desde atrás– las habilidades de esos niños superan considerablemente nuestras expectativas, te puedo asegurar que esta generación será la mejor que haya tenido el clan.
Una carcajada lanzó otro de los cinco– lo dices de una manera tal que uno de verdad podría creerte –lo dijo mientras volteaba a verlo por los hombros.

–No es ninguna broma –respondió el sujeto de atrás.

–¿Ah sí? Pues eso espero –refirió el sujeto mostrando una larga sonrisa dentro de ese rostro que reflejaba la frialdad absoluta de alguien quien parecía no tener sentimientos de ningún tipo.

–Esos tres tienen una estupenda habilidad latente, en especial el último… a este paso terminaremos liderando al resto de clanes –dijo la mujer.

Tras oír esto otros dos de los cinco mostraron una sonrisa casi siniestra.

En las profundidades de un acantilado, se encontraban de pie tres niños dándose las espaldas, despidiendo un aura extrañamente ennegrecido, parecían temblar mientras permanecían inmóviles.
–Contrólenlo –dijo Drael, quien estaba sentado sobre una roca viéndolos muy atento– saber controlar la maldición de Talia es el primer paso para su entrenamiento, deben conseguir controlar el aura al grado de desaparecerlo de la vista humana, es nuestro as bajo la manga, el sello distintivo de nuestro clan; si no consiguen suprimirlo y tener control sobre él, serán consumidos hasta la muerte. Esta será su primera prueba, mañana al amanecer cuando regrese quiero verlos listos para iniciar el entrenamiento, a quien no lo esté… –los niños lo vieron de manera disimulada– lo mataré… –la mirada de los tres niños regresó al frente– me voy a dormir –terminó diciendo Drael mientras se alejaba perdiéndose de la vista de los niños, al mismo tiempo en que una torrencial e inusual lluvia caía en el lugar...

Mientras tanto, aquella noche, un pequeño grupo de caballeros partían desde el castillo de Aglynthor, escoltando a un posible emisario...

Escrito por: Davis Montano
Arte: Davis Montano 
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