Universo de sueños: La guerra de Utopía (Relato 20)

¿Has pensado en la posibilidad de que todo lo que sueñas sea real? ¿Y qué si cada sueño que tenemos es una visión de un universo paralelo, en el que nos conectamos con el otro yo, otra versión de nosotros mismos y nos presentamos como espectadores de esa realidad, o incluso como protagonistas de la misma?


Jonah era un chico común y corriente, iba a una escuela pública como la mayoría de los chicos de su ciudad, su padre era obrero de construcción y su madre se dedicaba al hogar, como una familia de las más comunes, esta era la realidad que vivía mientras estaba despierto; Mientras dormía, Jonah se alternaba entre realidades, pero no como en los sueños a los que estamos acostumbrados, sino realidades coherentes y con continuidad, con problemas sin solucionar o en el peor de los casos, guerras sangrientas entre naciones poderosas con inmensos ejércitos y héroes formidables, este era uno de esos sueños.

Cada universo desaparecía de sus sueños en cuanto los problemas se solucionaban, y era rara la ocasión en que volvía a esa realidad, lo cual sucedió por lo menos dos veces, pero la historia que contaré en esta ocasión, tuvo lugar a sus 14 años y nunca volvió a soñarla después de pasar por ella, me refiero a la gran guerra de Utopía.

Llevaba tres meses sin soñar, lo cual era normal mientras aterrizaba en algún universo, siempre cerraba los ojos y los abría al siguiente día en la mañana como si hubiese pasado solo un segundo, hasta que un 15 de noviembre, se acostó y al despertar, se encontraba desnudo en el pasillo de una caballeriza en la que solo había dos caballos, uno blanco como la nieve y otro bermejo, los dos brillantes y limpios como nunca se ha visto un caballo en esta realidad, los dos encerrados en sus casillas mostrando solo su cabeza mirándolo como si entendiesen que él no pertenecía a ese mundo. El ya estaba acostumbrado a aparecer en mundos en los que en algún momento tuvo que ayudar a una chica a punto de ser asaltada por ladrones, o ayudar a alguna viejecita a cruzar una autopista plagada de veloces carros, pero todo era asunto de una noche y nunca difería de la realidad que vivía todos los días, pero las cosas se hicieron extrañas cuando el primer caballo habló como si de cualquier cosa se tratara.

– ¿Habías visto alguna vez a un pequeñajo tan flaco y mal alimentado oh bello Tristán?– preguntó el caballo bermejo con un tono bastante sofisticado, como suelen hablar los de la nobleza.
–Si reluciente Auro– respondió con tranquilidad el caballo blanco –al gran Telorus rey de los platinos en el norte, mucho antes de que se viera como en estas épocas–
–Interesante, he visto tantos grandes guerreros que me cuesta creer que han sido pequeños alguna vez–

Jonah era un chico delgado, de cabello negro y liso, de ojos negros también y de piel clara, medía más o menos un metro con setenta centímetros. A pesar de su aspecto débil, no gritó, ni corrió ni se asustó, pues ya estaba consciente de que no estaba en su realidad, así que lo primero que hizo fue preguntar a los caballos acerca del lugar donde se encontraba.

–te encuentras en una caballeriza muchacho– respondió Auro –pero si preguntas por la casa, estás en la mansión de los Willow, a menos que preguntes por la ciudad, que siendo así, estás en la gran Denia, y si no es así, si preguntas por la nación, pues estás en Utopía, la nación perfecta, donde todo es como tiene que ser– concluyó ahí su discurso.
–creo que fuiste claro a rebosar oh impresionante Auro– dijo Tristán, con un tono tranquilo y cálido –pero dinos muchacho, ¿de dónde vienes? Porque sé que no eres de esta casa, tampoco de esta ciudad, no creo que de esta nación, y podría arriesgarme a decir que mucho menos de este mundo–
– ¿Pero qué cosas dices oh ilustre Tristán?– preguntó Auro – ¿cómo puede este muchacho no ser de este mundo?–
–Es cierto– respondió cortante Jonah –no soy de este mundo, o más bien, no estoy yo dentro de este mundo, sino este mundo dentro de mí– agregó.
–Que forma tan romántica y profunda de ver las cosas– dijo Auro – ¿cómo te llamas?– preguntó
–Me llamo Jonah– respondió el chico.
–Oh poético Jonah tus palabras me son dignas de elogio– dijo Auro cerrando los ojos como cuando hueles una flor con un bello aroma
–no es poesía, ni de sus sentimientos habla fuerte Auro, sino que se refiere a lo que él cree que es este mundo en realidad. El piensa que literalmente estamos dentro de él, como en un sueño, si es que mal no entendí ¿cierto joven Jonah?– dijo Tristán interrumpiendo a Auro.
–Entendiste bien– dijo Jonah quien nunca había visto sus actuaciones en otros universos como más que eso, sueños.
–sería triste saber que cada vida que he vivido es mentira y producto de tu cabeza– dijo Tristán.

No terminaba Tristán de hablar cuando en la puerta de la caballeriza, la cual estuvo abierta desde el principio, interrumpió una chica lo que él decía.

–No sé qué te ha dicho grandioso Tristán, pero por su apariencia, parece que se ha golpeado la cabeza y perdido la cordura, porque ni sus ropas lleva puestas– dijo la chica con una mano en sus ojos.

La joven era hermosa, de cabello café y ondulado, ojos color miel y piel clara, vestía un atuendo para equitación que dejaba ver su bella figura, la chica era solo un poco más baja y solo unos meses más joven que Jonah, pero lucía imponente y alta en frente de este flaco y desnudo pequeño,

Jonah sonrojado, saltó la puerta de la casilla de Tristán dejando ver solo su cabeza al lado de la del caballo, luego le dijo a la chica que ya podía descubrir sus ojos.

–Veo que algo de conciencia queda en tu cabeza después del golpazo que te diste– dijo la chica al ver que Jonah escondió su cuerpo desnudo de ella –traeré algo de ropa de mi hermano y luego me contarás que fue lo que te sucedió.

–esa es la joven Helena, la hija menor de la familia Willow y quien monta al imponente Auro– dijo Tristán.
–Parece amable– dijo Jonah
–Lo es– respondió Auro – pero de carácter fuerte y con mucha determinación, no se rinde hasta lograr lo que se ha propuesto, así que haz lo posible por no ser un obstáculo o te pasará por encima –agregó.

Al poco tiempo volvió Helena con algo de ropa para que Jonah usara, luego de que él se vistiera, salieron de la caballeriza y dirigiéndose a la mansión, imponente desde fuera, blanca y limpia como nunca se había visto una en esta realidad, ni las más nuevas. Justo antes de entrar, Jonah dijo algo que cambiaría el rumbo de esta historia.

–que interesantes caballos, hablan de una manera muy correcta, y siempre exaltándose el uno al otro– dijo
–Si– respondió Helena –han vivido mucho y conocen nuestro lenguaje más que nosotros mismos, hasta ahora, Tristán no ha repetido un calificativo en esta vida, los tengo todos escritos, o al menos los que han dicho en mi presencia, mira–

Le dijo la chica sacando un cuadernillo con una lista escrita en él, allí se encontraban todos los adjetivos que la chica escribía siempre que paseaba con los caballos, el que le mostraba era el cuadernillo de Tristán, que era el que estaba más lleno. Cuando Jonah empezó a ver detalladamente el pequeño libro, hizo un sonido de duda, se agarró la barbilla y habló.

–Pues de estos ha repetido unos tres– dijo Jonah
– ¡Imposible!– exclamó Helena
–Sí lo hizo– dijo y empezó a enumerarlos –primero dijo Reluciente, luego Impresionante y después fuerte, todas dirigiéndose a Auro–
–No puedo creer lo que sale de tu boca, volvamos a la caballeriza, tengo que oírlo de la boca de Tristán– dijo helena tomándolo del brazo y llevándolo nuevamente al lugar donde lo encontró.
–Oh sabio Tristán ¿es cierto eso de que has repetido no solo uno sino que tres calificativos el día de hoy?– preguntó ella apenas pasó la puerta del lugar.
–No tres sino cuatro señorita– respondió tranquilamente Tristán.
– ¿Sabes lo que eso significa?– preguntó la chica
–lo sé, estuve presente cuando fue dicha la predicción
– ¿Cuál predicción?– preguntó Jonah
–hace tres vidas, porque los caballos recordamos cada vida que vivimos, una mujer que no era de este mundo, vino cuando esta nación estaba finalizando un momento triste, pues habíamos sido atacados por el rey de Distopía, un país donde las cosas no son como deberían ser, afortunadamente pudimos ganar esa pequeña batalla. Justo cuando el ejercito adversario se retiraba, una mujer que fue de gran ayuda, nos dijo que esta era una pequeña escaramuza comparada con la guerra que se avecinaba, pues Distopía no se conformaría con esto, pero dijo que faltaba mucho para que eso sucediera, y que la señal vendría cuando el Elocuente y sabio Tristán hiciera salir de su boca en una misma vida todas las palabras que conocía, en ese momento llegaría el nuevo guerrero, el que ayudaría con su gran fuerza a defender Utopía del dominio del ambicioso Sorlán, rey de Distopía– relató Auro quien se unió a la conversación.
–correctamente has hablado noble Auro– dijo Tristán –la última palabra que dije, que no había mencionado en esta vida, fue “epíteto”, y la escucharon todos ayer en la noche al hacer notar que el inteligente Auro había aprendido algo nuevo– agregó.
–Sí– dijo Helena –dijiste: <<oh agraciado Auro, has aprendido un nuevo epíteto>> lo cual fue muy regocijante para todos–
–entonces a quien tenemos en frente es a nuestro guerrero, quien nos ayudará en la próxima guerra– dijo Auro
–si es así, pronto desaparecerás, para volver a aparecer mañana en la mañana– dijo Tristán a Jonah –si quieres pasar más tiempo aquí, trata de no asustarte, los de tu mundo tienden a desaparecer seguido cuando acaban de arribar al nuestro, sobre todo cuando se exaltan.
–Si me exalto entonces despertaré– dijo Jonah

Justo en ese momento, Jonah intentó caminar hacia Tristán, cuando sintió que en el siguiente paso, había bajo sus pies un vacío, como si cayese a un precipicio, y gritó fuerte, entonces todo se puso oscuro, cuando reaccionó, estaba en su cama eran como las 3 de la madrugada y no logró conciliar el sueño lo que quedaba de la noche, no parecía preocupado, ya que siempre había vivido cosas en sueños y nunca había vuelto a soñar lo mismo, para él, esta no sería la excepción, pero hubiese deseado pasar un poco más de tiempo con esa linda chica de su sueño.

© Camilo Barrera 2015. Todos los derechos reservados


Escrito por: Camilo Barrera
Arte: Camilo Barrera

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