Mabushī (眩しい) - la espada destinada a cortar la oscuridad (Relato 7)

Mabushī (眩しい- la espada destinada a cortar la oscuridad



La mirada borrosa por la sangre y el sudor únicamente deja vislumbrar una tenue pero gigante silueta desapareciendo entre el resplandor rojo del fuego. Era una silueta con cuernos tan agresivos y amenazantes como los de un toro y ojos de un rojo semejante a la sangre derramada en el campo de batalla...



De pronto Takeshi abre los ojos de manera abrupta! Todo fue un sueño...

Al lado del rio kibō en la montaña kari se encontraba Takeshi recordando en sus pesadillas aquella guerra que los humanos perdieron contra los Oni, y que aun hoy, diez años después se siente en todos los corazones de los sobrevivientes, quienes no solo perdieron la guerra sino la voluntad de combatir ya que los humanos han claudicado... Sin embargo Takeshi, errante como cualquier Rōnin sigue en busca de su único rayo de luz para acabar con la oscuridad. La Nodachi Mabushī, la cual el mismo forjó con las garras de tres dragones sagrados pero igualmente perdió a manos del rey Oni en la gran batalla contra estos seres oscuros.

La isla Yuki es tan grande, tan vasta con sus montañas majestuosas y bosques antiguos que encontrar una espada sin pistas es como buscar una enana blanca en la inmensidad del universo, sin embargo, existe un lazo de sangre con Mabushī el cual (como un guía) ha encaminado a Takeshi a la llanura de Nen en donde secretamente el Rey Oni reside...

En una cueva, en lo más profundo de la llanura se encuentra este demonio con cuernos tan agresivos y amenazantes como los de un toro y ojos de un rojo semejante a la sangre derramada en el campo de batalla; sentado sobre una roca, como si de un trono se tratase. Con la cabeza de un pobre diablo en su mano izquierda y la gran mabushī en la derecha, la cual toma un resplandor rojo al sentir la presencia de su creador y legitimo portador, quien a su vez llama a su espada con un grito de guerra que podría levantar a cualquier caído en batalla, un grito lleno de voluntad; no de un ser humano, sino de un guerrero.

Mas rápida que el sonido del grito es la espada Mabushī que llega a las manos de Takeshi como un meteoro y enseguida el Rey Oni se levanta de su trono, arroja la cabeza de aquel pobre diablo y con una furia indescriptible ataca con sus garras a Takeshi, quien hace recordar a su cuerpo lo que es un combate con un salto poderoso, logrando alejarse de este demonio que no se rinde. Sigue atacando con sus garras quitándole cualquier espacio al Rōnin para contraatacar con su espada ya que solo puede defenderse...

El demonio impulsa al guerrero fuera de la cueva impactando a Mabushī con sus garras y sigue asestando una combinación de ataques con las mismas. Primero derecha, luego izquierda, luego con las garras de su pie derecho y una patada en el estomago con el izquierdo, la cual deja salir una bocanada de sangre de la boca de Takeshi que solo puede defenderse al mismo tiempo que retrocede, pero para este samurai el morir no es una opción ni un derecho que tenga. No es su decisión. Su vida ya no le pertenece. Le pertenece a la gente y a la isla que lo vio nacer, así que se levanta con ojos que reflejan la violencia de un huracán y con todas sus fuerzas lanza un sablazo que podría dividir hasta al mismo mar en dos. Un resplandor rojo puede verse a lo lejos y desde cualquier lugar de la isla. Dicho resplandor despedaza al Rey Oni dándole tiempo únicamente para observar la sonrisa en el rostro de Takeshi...


Pero no es una sonrisa de maldad, ni es una sonrisa fanfarrona.

Es la sonrisa de un guerrero que recupero su alma.

Escrito por: Norman Leguizamon
Arte: Norman Leguizamon (Click si quieres ver la galería)

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