Yūrei (relato 1)

Yūrei



Mi nombre no importa. ¿De donde soy? Tal vez ni lo recuerdes en un par de horas, pero lo que  sí te  garantizo  es  que  recordarás  por  el  resto  de  tu  vida  esta  anécdota  que  a continuación te voy a contar.

Soy  un  chico  normal, y como  tal  me  encontraba  una  tarde de sábado  solo en mi casa viendo la  televisión,  pasando  y  repasando  los  canales  que  no  me  ofrecían  más  que programas aburridos y novelas que sólo insultan la inteligencia de las  personas.  No  podía encontrar nada que me mantuviera entretenido aunque fuera por un momento, así que  por puro  curioso y aburrido decidí  colocar el  noticiero, el  cual  estaba  precisamente  en  una noticia de interés para mí y para cualquier vecino.

“En otras noticias: Se ha presentado un nuevo homicidio en el norte de la ciudad. Una chica de tan solo 16 años fue brutalmente apuñalada con objetos contundentes… A los residentes en  esta zona les  recomendamos  extrema  precaución”...  “!Mierda!  Este es el norte  de la ciudad” Me dije con algo de preocupación; pero yo ERA de las  personas que pensaban que algo así no podría pasarme. No sabía lo equivocado que estaba…

Cuando el reloj marcó la medianoche decidí no esperar más a mis padres (Quienes estaban en una fiesta) y subí las  escaleras hacia mi cuarto, con tan  mala suerte que en la mitad de mi  recorrido la energía se fue  dejándome  en completa  oscuridad; y siempre produce  un poco de miedo estar solo en la penumbra  pero como no podía  quedarme ahí hasta que  la luz  regresara  decidí ir a  mi cuarto  teniéndome  de  las  paredes, ya  que  en uno  de  los estantes tenía una linterna destinada para este tipo de apuros.


Llegué a mi cuarto, tomé la linterna del  estante y la encendí… En ese momento  sentí  que no debí hacerlo. Tuve  una  sensación que  me  decía “Ojala nunca la hubieras encendido”, y la razón para esto fue que la luz proyectada por la linterna iluminó una figura de una chica con el cabello negro largo, una  pijama  blanca como la nieve  pero con varias  manchas  de SANGRE que me horrorizaron al instante…

La chica  no se movía, simplemente  apunto su  dedo  hacia  afuera  de mi  cuarto  con  una expresión de apuro, a lo que yo solo  respondía  con un  temblor en las piernas y un frío que me recorría absolutamente todo el cuerpo. No  podía  gritar, no podía  moverme; ni siquiera tuve el valor  de  desmayarme, no obstante, esta chica empezó a caminar lentamente y con dificultad hacia mí, como si quisiera hacerme  algo. Mi  cuerpo  reacciono echándose  hacia atrás  aun  ignorando que la ventana  estaba  ahí y estaba abierta. Ya se imaginaran lo que paso...


Caí  sobre  la grama  en el jardín  trasero  de mi casa, sin embargo, lo más rápido que pude me levante  tambaleándome debido al mareo que me  produjo la  caída,  trepé el  muro que delimitaba la calle  de mi casa y caí afuera sin  poder  creer que todo  eso había  pasado en una fracción de segundo.

Ya  estando  más  calmado y  con  menos  mareo  decidí  mirar  hacia  la  casa  por  encima del muro, y  el   terror   me  invadió  muchísimo   más  al  notar  que  en  la   primera  planta se encontraban tres hombres con  linternas en sus manos, a pesar de no  poder  verlos con claridad, si  pude notar que  estaban  encapuchados y que  traían  objetos de metal  en  sus manos... No se necesita ser un genio para saber quiénes eran y porque estaban ahí.


En  ese  momento  olvidé  a la chica  fantasmal  que me hizo  pasar  el primer  susto y llamé inmediatamente a la policía que acudió al instante y atrapó a esos asesinos.

Una hora después mis padres llegaron a casa y se  encontraron con la  sorpresa de  que yo estaba fuera  dando mi  declaración a la  policía, lo cual  evidentemente les hizo pensar que algo malo estaba ocurriendo, pero se tranquilizaron al saber que yo no  estuve dentro  de la casa en el momento que esos hombres buscaban a su próxima  víctima. Mis  padres juraron nunca más dejarme solo y asumiendo que yo estaba perturbado me exhortaron a entrar a la casa para que todos pudiéramos estar tranquilos... 

Justo cuando estaba por cruzar la puerta principal de mi casa  observé que un poco lejos se encontraba  aquella  chica  fantasma  que  me  había dado ese susto de muerte, pero ya no tenía esa  expresión  fría  en su  rostro. Esta  vez, ella  me  miraba  con  alivio. Yo no pude agradecerle. Solo   pude   verla   desaparecer  en  medio  del  frío  nocturno   pero   no   sin antes brindarme una sonrisa de amabilidad.


Escrito por: Norman Leguizamon
Arte: Norman Leguizamon (
http://norman-fabian-86.deviantart.com/gallery/)

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2 comentarios:

  1. Buen relato, algo así me paso hace ya tiempo, aunque no había ningún asesino y en lugar de fantasma era un queso tipo "Gouda".....
    excelente blog, espero mas historias interesantes... ;)

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