Un beso no deseado (Relato 13)

Un beso no deseado



Xena jamás se había imaginado que un beso pudiera romper una amistad de toda la vida, pero así había sucedido.

Xena estaba sentada en un árbol y llorando como una loca por culpa de su novio.
¡Xena! – gritó Gabriel.
Gabi – dijo Xena secándose las lágrimas y dejándole sitio a Gabi ya que estaba trepando el árbol.
Menos mal que te encuentro – dijo Gabriel mientras se sentaba – bueno – se sacudió las manos – me lo dices ó me lo cuentas.
He roto con Tom - dijo Xena lanzándose a los brazos de Gabriel – lo siento Gabi, de verdad que lo siento. 
Está bien Xena. Lo importante es que te diste cuenta de como era – dijo Gabriel.
Soy una tonta – dijo Xena.
No eres tonta – dijo Gabriel.
Si que lo soy – dijo Xena.
No, no lo eres – dijo Gabriel apartándola un poco y cogiéndola de la barbilla – lo que pasa es que eres muy ingenua y nunca te das cuenta de nada – se acercó poco a poco a su boca – pero eso no significa que seas tonta – y la beso.

Xena se quedó asombrada cuando su mejor amigo de la infancia la estaba besando. Lo peor no fue eso, lo peor es que ella dejó que él saboreara su boca y le estaba gustando, pero que besara bien no significaba que le gustara – esto no está bien, yo no puedo, tú no puedes estar, no, esto no puede… - Gabriel la volvió a besar cogiéndola de los hombros y esta vez ella lo empujó para apartarlo – no! – el movimiento fue tan brusco que perdió el equilibrio y cayó. Gabriel la cogió de la muñeca y cayó con ella protegiéndola.

Xena se incorporó un poco y cuando vió a Gabriel a su lado inconsciente se asustó y pidió ayuda a gritos.

Seis meses después...

Era de noche y Xena estaba leyendo un libro en su cama, cuando su padre llamó a su cuarto.

Hija, Gabriel quiere hablar contigo – dijo el padre.
Dile que estoy durmiendo o duchándome – dijo Xena.
Pues díselo tú misma – dijo el padre echándose a un lado.
Sabes que yo no quiero… - estaba diciendo Xena cuando se quedó muda al ver que Gabriel entraba en su cuarto en una silla de ruedas. Después de la caída, Gabriel no pudó volver a caminar y tampoco pudo seguir en el equipo de atletismo. Por eso había decidido no volver a verlo, después de todo, había sido culpa suya y todo por que no quería que la volviera a besar “maldito beso”.
¿Qué no quieres hablar conmigo? Lo se – dijo Gabriel mientras el padre de Xena cerraba la puerta.
Xena fue tras su padre – espera papá –.
Gabriel la cogió de la muñeca y cuando tiró hizo que quedara sentada en sus piernas – tú te quedas aquí -.
Por qué – dijo Xena enfadada y cruzando los brazos.
Porque no quiero que se estropeé nuestra amistad por un estúpido beso – dijo Gabriel.
La verdad que fue muy estúpido – dijo Xena.
Pues bien que respondiste al primero – dijo Gabriel un poco enfadado.
Porque me gustó como besabas, no porque me gustes. Idiota – dijo Xena intentando levantarse sin éxito – deja que me levante – le dió en una de las piernas.
Por mucho que me des en la pierna, no lo voy sentir – dijo Gabriel.
Xena empezó a llorar – quien tendría que estar en esa silla soy yo, y no tú –.
Gabriel la acercó delicadamente a su hombro – llora todo lo que tengas que llorar – le dió un beso en la frente – Xena, no puedes seguir echándote la culpa, puesto que no fue culpa tuya – ella lloró más fuerte – Xena… - él también lloró, pero silenciosamente hasta que ambos se quedaron dormidos.
Ya había amanecido y Xena fue la primera en levantarse. Cuando se movió la manta que tenía encima se cayó – oh – estiró el brazo con cuidado de no despertar a Gabriel y cogió la manta – seguro que fue papá – cuando se tapó, se aseguró de que Gabriel también estuviera bien tapado.
¿Qué hora es? – dijo Gabriel bostezando.
Son las… - miro el reloj azul cielo que tenía en la muñeca – son las ocho y media -.
Veo que sigues llevando el reloj que te regalé – dijo Gabriel.
Si – se quedó mirando el reloj – es que no podía deshacerme de él – dijo Xena.
Xena, quiero que olvides tanto el beso como la caída – dijo Gabriel muy serio.
Olvidaré lo de la caída, si me prometes que siempre estarás conmigo – dijo Xena.
Sabes que siempre estaré a tú lado – dijo Gabriel.
Pero el beso…  - se mordió el labio - lo siento, pero no puedo olvidarme del mejor beso que me han dado en toda mi vida – dijo Xena sonrojándose.
Anda – dijo Gabriel revolviéndole el pelo y poniéndose rojo como un tomate – vístete que vamos a dar una vuelta –.

Xena apareció en el comedor cantando y desayuno con Gabriel a su lado. Después salieron a pasear y pararon en el puesto de helados del parque como hacían antes. Hicieron exactamente lo que hacían cuando salían los fines de semana, salvo que en vez de correr, pasearon. 

Me alegra que volvamos a ser amigos – dijo Xena acabándose su helado.
A mí también – dijo Gabriel tirando de la muñeca de Xena haciendo que se sentara en sus piernas.
¡Ah! – chillo de la sorpresa – la próxima vez, avisa -.
De verdad ¿te gustó el beso? - dijó Gabriel nervioso.
Fue maravilloso y sabes – dijo Xena – hay una cosa en la que no he podido dejar de pensar desde el día del accidente  - le limpió con el pulgar la nata que tenía en la comisura del labio y se lo llevo a la boca.
Cual – dijo Gabriel tragando saliva mientras Xena le rodeaba el cuello con el brazo.
Tú boca – dijo Xena y lo besó. Cuando lo besó, lo dejo sorprendido, pero en seguida se dejó llevar. Lo miró medio riendo y medio seria – ya sabes que significa esto -.
Si, ya lo se, esto no significa que te guste – dijo Gabriel pensando en que quería volver a saborear la boca de Xena.
Tonto – dijó Xena dándole flojo con el puño en el la frente – esto significa, que somos novios –.
A Gabriel se le iluminaron los ojos y la besó dejándola sin aliento – siempre te amaré – y la volvió a besar.

Escrito por: Davinia Lorenzo (Blog de Davinia)
Arte: Norman Leguizamon


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