Requiem de Sangre - Capítulo 2



Ya pasados 3 días de camino, los guerreros del ejercito de Gillian descansaban en el valle de Razori, una bella parada pues por en medio, de sur a norte, pasaba un riachuelo el cual cubría hasta la rodilla de profundo y su ancho no era más grande que unos 30 codos. Las aguas puras que bajaban del páramo daban a este rio vida de toda clase, peces, castores, aves y a los lados, crecían árboles frondosos y siempre estaban cargados de fruta. 


Los viajeros descansaban plácidamente al oriente del rio, mientras los vigías no bajaban la guardia y separados de ellos, Gillian y Carolina al occidente del río mantenían una amena conversación acerca de quién había tenido la batalla más vergonzosa desde que empezaron en las filas, sin darse cuenta se adentraban en el bosque oscuro de Razori, su conversación estaba tan entretenida que no sabía por dónde caminaban, pues cualquiera en su sano juicio no se acercaría ni a cien metros de ese bosque.
–voy a pedirte que por favor camines un poco más lento y tengas cuidado de donde pisas– dijo Gillian al darse cuenta de donde estaban.

– ¿Qué sucede?– preguntó Carolina – ¡maldición!– exclamó cuando se percató de su situación.
–No sé qué tan buena es tu visión a estas horas, pero creo que lo que se ve al fondo es un espectro de sangre– dijo él, pues era ya oscuro y las nubes se interponían a la luz de la luna.
–nunca había visto uno, no sabía que eran tan desagradables–

De los seres más grotescos y temidos, eran los espectros de sangre de los bosques oscuros, pues se alimentaban de otros animales y cuando atrapaban a una persona, le daban la muerte más cruel posible. Su forma es la de una persona pálida y sin ojos, pero con las cuencas de oscuras, y cubiertos con lo que parecía ser una tela gastada por el tiempo.

–No podemos huir, pues aunque no nos haya visto, ellos detectan cuando algún ser viviente se aleja al verlo, así que lo único que podemos hacer para que no nos vea es acercarnos– dijo Gillian
–pero si nos acercamos nos matará– dijo Carolina
– ¡Tengo una idea!– exclamó susurrando
– ¿De qué hablas?– preguntó
–Yo me acercaré mientras tú te alejas, y en el momento en que esa cosa te ataque yo lo enfrentaré– dijo Gillian avanzando hacia el monstruo
–Espera, ¿qué estás haciendo?– dijo alterada pero sin subir la voz
–Deberías irte y avisar a los soldados que su general está en un pequeño aprieto– dijo Gillian sin quitar la mirada del espectro –con tres hombres será suficiente–.

Justo en el momento en que carolina se dispuso a salir del bosque, el espectro se alteró y se dirigió a ella a una velocidad impresionante, pero Gillian pudo anticiparlo y se lanzó directo a la cosa dándole tiempo a la chica para que saliera de allí. Gillian y el monstruo entraron en batalla, lo que para el espectro era más bien una cacería desenfrenada. Poco a poco, fueron acercándose al centro del bosque y todo se hacía cada vez más oscuro y en un momento justo antes de ser atrapado por el espectro, Gillian cayó en un hoyo que lo llevó hasta una caverna subterránea. Allí, fue rodeado por otras bestias no tan brutales, pero igual de letales para cualquiera que no sepa cómo enfrentarlas, éstas eran demonios negros, o así le llamaban los pueblerinos a los murciélagos gigantes de de las cavernas, monstruos alados de un metro de largo de cabeza a cola. Gillian no sabía si era mejor ahí o afuera con el espectro de sangre, el punto es que cualquiera era buena comparado con lo que venía. Apunto de atacar los murciélagos sedientos de sangre, estos se calmaron y parecía que su deseo de matar se había desvanecido, pues justo en la entrada de la caverna estaba nada menos que el espectro, sombrío como suelen ser esos entes del mal, pero esta vez calmado y estático. Gillian tampoco intentó ocultarse o huir, sino lo estaba alerta a cualquier movimiento, cuando lo más inesperado sucedió… El espectro habló.

– ¿A qué temes más?– dijo la cosa desde donde estaba. Gillian se mantuvo estático y una sensación de escalofríos recorrió su espalda y tu miedo no podía ser más grande, pues si bien, había asesinado a guerreros formidables y de gran tamaño y habilidad, todo ser humano teme a lo desconocido, y que un ser oscuro que solo se movía por el frenesí del hambre, hablara, ciertamente lo era.
–A nada le temo– dijo Gillian al reaccionar de su trance –nada puede asustarme– afirmó
–eso me causó curiosidad. Cualquiera huye, y eso hace más excitante mi cacería, y luego torturarlos y sacar sus vísceras mientras viven y suplican porque les deje morir, es más satisfactorio que la comida misma. Pero tú, en vez de correr, me enfrentaste y ahora aun cuando tienes muchos sitios donde esconderte, te mantienes de pie en frente de mi sin quitarme tu maldita vista de encima– dijo el espectro mirando fijamente a Gillian. Aunque decir mirar es algo un tanto inexacto ya que esas criaturas parecen carecer de ojos.
–hay cosas que no conozco, muchas veces lo desconocido produce miedo, pero para ser el más fuerte de todos debo olvidarme de esas pequeñeces y avanzar– dijo Gillian ya más relajado al ver que el monstruo no parecía tener intenciones de atacar.
– ¿planeas ser el más fuerte?– dijo eso y rió –que complicados son los habitantes de este plano. Yo solo quiero verlos sufrir a todos ustedes y comer su carne mientras me ven hacerlo– dijo la cosa mientras tomaba de la cabeza a uno de los murciélagos de la caverna.
– ¿Por qué no me has atacado?– preguntó Gillian rogando muy dentro del que la cosa simplemente respondiera con palabras.
–no me da gusto atacar a alguien que no corre y teme, aunque bien pude matarte desde el momento en que decidiste enfrentarme, pero quería divertirme y eso no pasó– dijo el espectro con una sonrisa bastante tenebrosa en su cara –creo que ya encontré una mejor manera de divertirme contigo–
– ¿De qué hablas?– preguntó Gillian acercando a su espada la mano que tenía más cerca de ella.
–no te alteres– dijo el espectro sentándose en el suelo donde estaba sin soltar al murciélago que antes había atrapado –creo que lo que tengo en mente nos conviene a los dos y no te va a molestar la idea–
– ¿cómo puede ser conveniente algo que provenga de un monstruo como tú?–
–puede serlo si te va a hacer el ser más poderoso sobre este mundo–
Gillian tragó en seco y dudó por un momento sobre la veracidad de lo dicho, pues nunca había oído historias sobre algún poder que tuviesen estos espectros ya que todo el que se encontraba con uno de ellos moría, o al menos eso era lo que se creía.
–todo lo que he escuchado de criaturas como tu es que matan a cualquiera que los ve– dijo Gillian alejando la mano de la empuñadura de su espada – ¿Cómo me dices que puedes hacer tal cosa?– preguntó.
–hay muchas cosas que no entiendes y posiblemente jamás lo hagas, pero créeme aunque ese sea el caso, aún así lo disfrutaremos los dos– dijo el espectro.
– ¿Cómo es que puedes hacerme el más poderoso?–
– ¿En serio deseas saberlo?– dijo apretando un poco la cabeza del murciélago, el cual aún vivo, parecía no sentirlo.
–Si– exclamó Gillian
–puedo darte mi poder, mi fuerza, mi velocidad, en esencia podemos hacernos uno y así serás el más poderoso–
– ¿Y qué ganas tu a cambio?– preguntó Gillian con recelo –no creo que me darás todo sin esperar algo a cambio– agregó
–Eres muy inteligente– dijo sonriendo el espectro –hice bien al no matarte– agregó y luego continuó –me uniré a ti, y mientras te haces el más poderoso, yo disfrutaré con el sufrimiento que puedas causar con tus manos–
–Entonces si nos hacemos uno, no solo adquiriré tu poder, sino también tu deseo por la carne humana–
–Vaya que no dejas cabo suelto– exclamó el espectro –has acertado, esa es mi primera intención, pero sé que eso no te detendrá– agregó
–no estoy seguro de querer comer personas, prefiero morir intentando salir de aquí–
–hay otra opción, pero no me parece muy divertida–
–te oigo–
–puedo vivir en tu espada, y mientras esté en tu poder serás el más fuerte de todos–
–me parece mejor–
–Bien– dijo el espectro levantándose de su sitio sin soltar al murciélago –para hacer esto es necesario un ritual, y todo ritual requiere un sacrificio–
– ¿No puedes simplemente entrar en mi espada?– preguntó Gillian.
–cuando digo que me uniré a ti, no significa que es tan sencillo como suena. Algunos de mi clase poseen humanos y animales, pero no es por mucho, pues nuestra naturaleza nos impide hacer parte de este plano, pero si logramos la aprobación, con un sacrificio podremos vivir aquí para siempre–
– ¿Qué clase de sacrificio?– preguntó
–Cualquier cosa que viva y tenga sangre, este murciélago por ejemplo, lo que me hace pensar en lo molesto que es que sea el único animal aquí–
– ¿Por qué lo dices?–
–Se alimentan de sangre, si es nuestro sacrificio, el ritual solo podrá sostenerse alimentándose de lo mismo que come el animal, así que tu espada deberá ser alimentada con sangre–
–Mientras no sea yo quien lo haga estaré bien–
–Muy bien– dijo el espectro dispuesto a iniciar el ritual –deberás vaciar la sangre de todo aquel al que mates con tu espada, la misma espada se alimentará de ella. si dejas una gota en el cuerpo, un espectro podrá unirse a él como tu sirviente– tras decir eso arrancó la cabeza del murciélago, puso la espada en la mano de Gillian y vertió la sangre sobre la espada y la mano, y en ese momento el espectro desapareció como absorbido por la espada y ésta se enrojeció. Gillian envainó su ahora endemoniada espada y salió de esa caverna para encontrarse a las afueras de ella con unos treinta de sus soldados y Carolina comandándolos.
–Dije que con tres era suficiente– dijo Gillian con un tono frio
–tres para cada espectro que encontrásemos– dijo Carolina –afortunadamente no tuvimos tan mala suerte– concluyó
–bien, salgamos de aquí, se acerca el amanecer y debemos seguir con nuestro camino– dijo Gillian
Llegada la mañana, todos se levantaron se encaminaron a su destino. Después de tres días más de viaje sin contratiempo, ya tenían a la vista a Minar, así que decidieron establecerse allí, en una colina que estaba a distancia de un tiro de arco.

Gillian preparó un ataque frontal, ya que cerca de 20.000 hombres rodeaban la ciudad, todos organizados y listos para la batalla, pues no es fácil ocultar la llegada de 15.000 en los valles de minar. El objetivo principal era recuperar la ciudad pues ésta era un punto importante para establecer un puesto de avanzada para cualquiera que la tuviese en su poder.

Tras unas horas planeando el encuentro, ya había una estrategia de ataque, pero Gillian, como todo buen caballero, envió un mensajero al comandante enemigo para darles la oportunidad de emprender la retirada. Todo fue en vano, el mensajero nunca regresó pero en lugar de él, volvió una flecha que se clavó en el suelo justo en frente del caballo de Gillian, en ella había un mensaje el cual decía <<la cabeza de Gillian en la bandeja de mi rey>> firmada por Lionus comandante de esa tropa, un caballero terrible, pero su fiereza era opacada por el fanatismo por su rey, al cual le era devoto incluso más que a su dios.

Gillian entendió el mensaje y en ese mismo instante gritó con todas sus fuerzas, y sin articular palabra alguna, todos sus soldados entendieron que era el momento de la batalla. Inmediatamente el cielo azul de esa bella mañana fue oscurecido por las miles de flechas que surcaban los aires, provenientes del ejercito de Lionus, pero todas cayeron detrás de la retaguardia, ningún soldado de Gillian fue dañado y justo cuando ya se acercaban todos al encuentro, una estandarte rojo bordado con la imagen de una serpiente negra rodeando un bastón amarillo perteneciente al reino de Nínida, se levantó en medio del ejercito adversario, Gillian detuvo al instante su caballo solo para ver cómo junto a esta de levantaba el estandarte verde del oso, perteneciente al reino enemigo, lo que en aquel tiempo era una señal de alianza previa, para así evitar que tropas de ejércitos anteriormente enemigos se enfrentasen por equivocación. Este no era el caso, Gillian había sido enviado con orden explícita de recuperar Minar, así que para haber una bandera aliada en medio de este ejército, esta debió haber llegado allí mucho antes. ¿Cómo había llegado tal insignia a manos enemigas? ¿Cómo era que los prodigiosos arqueros del norte habían fallado en su primer lanzamiento? Es más, ¿Cómo es que no volvieron a intentarlo? Con estas preguntas en su cabeza, Gillian atónito dio la vuelta para ver que su ejército estaba estático a unos cien metros de él, y en medio de ellos, así como en las filas enemigas, los estandartes juntos en señal de alianza. Gillian no entendía que pasaba, Carolina, había avanzado con él en la línea de enfrente y era la única que estaba fuera del grupo de soldados, ella también intentaba dar explicación a lo que sus ojos veían, pero todo era muy confuso, así que se acercó a él lentamente, pues el ambiente daba la sensación de que todos se habían congelado en el tiempo.

–Qué rayos está sucediendo– preguntó Carolina al acercarse a Gillian.
–Eso mismo me pregunto– contestó Gillian – ¿oíste algo sobre alguna alianza? –
–nada, esto es escalofriante– dijo ella.

Justo en ese momento se escuchó entre las filas enemigas un inusual grito de guerra que decía: <<la cabeza de Gillian por la unión de dos naciones>> y los dos ejércitos se dirigieron a la batalla, pero todos miraban a Gillian, el estaba congelado ante lo que sus ojos veían, todo su ejército y el enemigo unidos contra él. En ese instante Gillian miró a carolina y le gritó para que saliera de allí, pues a partir de ese momento, empezaría una carnicería. Si bien era sabido que en batalla, Gillian podía dar muerte a trescientos hombres él solo, no sabía nadie de lo que era capaz ahora con su endemoniada espada y eso era algo con lo que los dos ejércitos no contaban.

Carolina planeaba pelear junto con Gillian, pero antes de poder desenvainar su espada fue bajada de su caballo y tomada por alguno de los soldados hasta ponerla en un lugar seguro, pues al parecer debía garantizar su seguridad. Gillian por su parte había empezado con su pelea y sin haber desenvainado a Faria, logró desarmar a uno, y con esa espada acabó con unos veinte hombres de a un corte cada uno, luego se dirigió hacia el comandante enemigo, y parecía que era imposible detenerlo, cada soldado en su camino veía la muerte, pero eran muchos, 35.000 hombres no se pueden apartar una cortina para entrar a otra habitación. Los soldados seguían apareciendo en frente de Gillian y al verse rodeado de miles, el no tuvo otra opción que desenvainar a Faria, la cual justo en ese momento emitió un rugido fantasmal, que paralizó a todos en el campo de batalla, incluido a Gillian, los cielos se hicieron grises y el brillante día en el que estaban, era ahora tan oscuro que lo único que saltaba a la vista era el refulgir rojizo de Faria, parecía que iluminaba todo el valle hasta las colinas, luego de un momento los ojos de todos empezaban a ver más claro, todos se estremecían del temor al ver a Gillian imponente con su espada brillando con el color de la sangre y antes de que pudiesen reaccionar, el blandió su espada para cortar a la mitad a la primera fila de soldados que le rodeaba de un solo golpe, atravesando sus armaduras como si estuviesen hechas de mantequilla, la sangre salpicó las caras de los que estaban detrás y Faria rugía una vez más.

A lo lejos, en una de las colinas, en el campamento de Gillian, Carolina veía como su general molía a sus contrincantes de a diez en cada golpe y como su sangre se esparcía por los aires bañando el suelo, el cual fue pronto cubierto por los cuerpos de los guerreros, en ese momento ella entendió que él le había permitido ganar aquel duelo hace siete días. Pronto Gillian ya no caminaba por la verde hierba sino sobre sangre y vísceras esparcidas, Faria se hacía cada vez más roja y ni una gota sobre ella, cada vez que cortaba a alguien, la sangre en la hoja desaparecía. pronto Gillian se abrió paso hasta donde se encontraba Lionus, y parecía imposible que algún soldado pudiese detenerlo, Lionus miraba congelado la imagen de su verdugo acercándose, deseaba huir, pelear o hacer alguna cosa al respecto, pero su cuerpo no respondía pues de él se había apoderado el miedo más profundo, no podían ni hablar, solo se veía como las lagrimas de resignación salían de sus ojos, pues la imagen de Gillian bañado en la sangre de los miles que había matado hace un momento era la representación misma de todos los demonios, su mirada fría, reflejaba el enojo de un guerrero traicionado por su amada nación, y estaba a punto iniciar su sangrienta venganza.

Gillian tomó del cuello a Lionus y atravesó su corazón con su espada, ante esa vista todos los demás soldados vieron la oportunidad que esperaban, Gillian ya no se defendía, pues toda su concentración estaba en su víctima. En ese momento una gran cantidad de espadas, lanzas y flechas empezó a atravesar el cuerpo de Gillian mientras Faria drenaba la sangre de Lionus. El gran general que hace un momento había acabado con más de 5.000 ahora caía de rodillas viendo como su vida se desvanecía. La vista de Gillian se hacía cada vez más oscura, hasta que ya no pudo sostener erguida su cabeza, pero ni así, la fuerza de sus manos desapareció, nadie pudo quitarle de ellas a Lionus, el cual había muerto y parecía hubiese sucedido hace meses, pues su piel estaba pegada a sus huesos y su aspecto cadavérico no se comparaba con el robusto pelirrojo que los llevó a conquistar minar. Esta escena estremeció a todos los soldados presentes, quienes pensaron que ya todo había acabado, pero eso no podía estar más lejos de ser así.

Mientras todos veían yacer a Gillian, una oscura columna de nubes lo cubrió, y fuera de la vista de todos, dentro de ella, Gillian abrió los ojos para verse envuelto por una oscuridad total, en ese momento se escuchó una voz conocida.

–Así que has comprobado lo que significa ser el más poderoso– dijo aquella voz
–No es como dices, me han matado, me has engañado maldito espectro– respondió Gillian quien había levantado su ensangrentada cara.
–No te engañé, te dije que serías el más poderoso, pero no te dije que serías inmortal– dijo el espectro –pero eso se puede arreglar– agregó.
–quiero ser inmortal, quiero destruir a todos los que me traicionaron–
–lo haré, pero eso tiene un costo, la única forma de lograrlo será si nos hacemos uno–
–haz lo que tengas que hacer–
–nos haremos uno, nuestras conciencias se licuarán y seremos completamente indestructibles, pero por causa de haber hecho el ritual sobre tu espada, ésta será la única capaz de acabar con nosotros, recuerda que ahora para mantener el pacto, deberemos alimentarnos de sangre. Tu venganza será mi venganza y mi hambre será tu hambre. Ahora prepárate, que al despertar, verás a tu nuevo y fiel ejercito levantarse de entre los muertos, ellos serán quienes te sigan hasta el fin del mundo, y jamás volverán a ver la muerte, y mientras vivas, ellos vivirá, y solo podrán ser asesinados por tu espada– con estas palabras desapareció la columna de nubes, para dejar a la vista a un desnudo Gillian, el cual lucía de una manera muy diferente, su cabello rubio había pasado a ser negro, sus ojos fríos ahora eran tan oscuros que parecía no haber alma en ellos, su cuerpo no mostraba heridas, parecía que la anterior batalla nunca se hubiese dado.
–Levántense mis pequeños– dijo Gillian ante la mirada de terror de los soldados que hace un momento le habían dado muerte. En ese momento todos los soldados que habían sido descuartizados por Faria se levantaron en una sola pieza. Los soldados que no quedaron paralizados por el miedo, huyeron en cuanto pudieron, el resto, sirvieron de alimento para el nuevo ejército de Gillian. La sangre fue drenada de la mayoría, los otros, luego se levantaron también, hambrientos y listos para servir a su nuevo general. Solo quedó con vida Carolina, a quien Gillian se acercó lentamente.
– ¿planeas matarme a mí también? ¿O deseas convertirme en una de esas cosas?–
–Ni lo uno, ni lo otro– dijo Gillian –deseo que vivas tu vida lejos de todo esto.
– ¿qué planeas hacer?–
–acabaré con todo este maldito país, y el del norte; pagarán por haberme traicionado–
–No puedo permitirte tal cosa–
–no te conviene interponerte en mi camino– dijo Gillian sonriendo de una manera bastante macabra, allí permitió ver como en su boca junto a sus dientes había ahora también colmillos afilados como los de un lobo, lo mismo también para sus soldados que sonreían con deseos de matar, pero eran detenidos solo por la orden que hacía un momento había dado su general de no tocar un solo cabello a la joven.
– ¿En qué te has convertido?– exclamó Carolina sorprendida – ¿Dónde está Gillian?–
–es extraña la sensación de haber vivido dos vidas, una, apasionante y llena de batallas, pero corta y vulnerable, y la otra, milenaria y llena de muerte, dominada por el deseo de hacer sufrir a cualquiera que se viese diferente. El Gillian que conociste ya no existe, el ser ahora en frente de ti solo desea muerte y destrucción, y no sé si algún día llegue a saciarme– dicho esto, Gillian se alejó de Carolina, dirigiéndose a la ciudad junto con su ejército de criaturas sedientas de sangre. Los gritos de terror de las personas dentro de Minar permitían imaginar la masacre que tenía lugar allí. Impotente, Carolina solo pudo tomar su caballo y alejarse tanto como pudo, encaminada a la capital para advertir a su rey de lo que se avecinaba.

© Camilo Barrera 2015. Todos los derechos reservados


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Escrito por: Camilo Barrera
Arte: Camilo Barrera
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